Rico rico y con fundamento. Para esas tardes de verano en las que apetecen unas patatitas.
Para empezar tenemos que limpiar bien las patatas para asegurarnos de eliminar cualquier rastro de bacterias. Acto seguido, las secamos y con un cuchillo bien afilado, cortamos las patatas tan finas como se pueda, ¡casi transparentes! Y las dejamos escurrir en papel de cocina.
En una sartén grande, muy grande, ponemos a calentar aceite, añadimos la media cucharada de pimentón y removemos sin parar para evitar que no se queme.
Ponemos en la sartén una tanda de las patatas a freír, al menos unos 4 minutos, o hasta que las rodajas empiecen a curvar un poco por los bordes. Retiramos las patatas de la sartén con la ayuda de una espumadera y las colocamos sobre otro papel de cocina para que escurran bien el aceite.
Ensartamos las patatas en varias brochetas de madera y espolvoreamos con un poco de sal. Las metemos al horno a temperatura media unos 10 minutillos y nos acordamos de darle la vuelta hasta que se empiecen a dorar.
Por último, las espolvoreamos con un poco de curry o cualquier otra especia para sazonar las patatas y están ¡listas para comer!