Las aplicaciones móviles, también conocidas como app, llevan existiendo desde hace ya bastante tiempo, aunque no lo parezca. Las primeras aplicaciones existían en ciertos modelos Nokia o Blackberry, cuyas pantallas ni siquiera eran táctiles. En estos primeros teléfonos, las aplicaciones no estaban diseñadas como hoy las conocemos, sino que sus funciones estaban limitadas única y exclusivamente a mejorar la productividad personal. Aplicaciones como alarmas, calendarios, calculadoras, correo electrónico, etc.
Con la llegada de los iPhone, sin embargo, Apple adoptó las app como un modelo de negocio con un amplio abanico de posibilidades nunca vistas en los dispositivos móviles. En ese momento, nacieron la App Store para iPhone, Google Play para Android, entre otros. Junto a este cambio en el uso de las app, también se desarrollaron diversas herramientas que ayudaban a los diseñadores y programadores a realizar aplicaciones cada vez más complejas e interesantes para el usuario.
En resumen, las aplicaciones son para el móvil como los programas son para el ordenador.
La usabilidad y la sencillez de las aplicaciones han hecho de ellas una de las herramientas más potentes para gran cantidad de marcas de todo tipo. De hecho, en ocasiones se usan como “complementos” a las web móviles (o webs responsive), ya que, al contrario que estas, la mayoría pueden ser usadas sin conexión a internet, y pueden acceder a características del móvil tales como la cámara, la ubicación, la galería de fotos, sensores… Lo que hace de las aplicaciones todo un mundo de oportunidades en cuanto a programación, y, por lo tanto, a diseño.
Como anteriormente he mencionado, es normal que la aplicación de cualquier marca se utilice como complemento a la web ya en uso. En estos casos, lo recomendable es que el diseño de la app vaya de la mano con el diseño de la web, además de sus contenidos y funciones.
En el caso de que no contemos con web en la que basarnos, ni una app diseñada anteriormente, nuestra prioridad debe encontrarse en el dispositivo móvil. Es decir, todo diseño actual, ya sea en web o en aplicación, debe girar en torno a su utilización en estos dispositivos. Existen sin embargo otros métodos de trabajo en los cuales siguen siendo prioritarios los diseños en las web vistas en ordenadores.
Centrémonos ahora en las etapas a la hora de diseñar una aplicación:
1. CONCEPTO
Como ya hablamos en un blog anterior (link a blog), el concepto de cualquier diseño es una de las fases más importantes y que más repercusión tiene en su éxito final. Para diseñar una aplicación en base a un concepto se debe tener en cuenta las necesidades y los posibles problemas de los usuarios, además de su relación con la marca. Se trata de una fase de plena investigación.
2. DEFINICIÓN
Establecer la funcionalidad, el motivo, el público y/o usuarios a los que va dirigida la aplicación es algo esencial. Todas estas cuestiones se deberían resolver fácilmente mediante la etapa de investigación y conceptualización anterior.
3. DISEÑO
La fase de prototipado gracias al cual todos los conceptos, funcionalidades y usos concretados anteriormente se convierten en tangibles para los usuarios. El diseñador creará una primera versión del diseño visual de la aplicación que después será revisada por el desarrollador, pues es este último el encargado de llevar a cabo la aplicación en última instancia y es quien debe establecer los límites del diseño.
A continuación enunciaremos ciertos aspectos y detalles de cualquier diseño de aplicación que pueden suponer una gran diferencia en su correcto uso y éxito en los usuarios:
– Diseño corporativo:
Como hemos dicho anteriormente, las apps por norma general suelen ser una ampliación de una marca con una web ya establecida, por lo tanto, con unos parámetros visuales y diseño corporativo más o menos concreto (tipografía, colores, logotipo…).
– Modo de navegación:
Dependiendo del contenido que vayamos a mostrar deberemos escoger entre varios tipos de navegación. Por ejemplo, si se trata de una aplicación de noticias o gran cantidad de posts, lo más óptimo sería utilizar un modo de navegación swipe, es decir, una aplicación de movimiento vertical. Si el objetivo de tu aplicación es más social y centrado en construir comunidad, publicación de ofertas, etc es mejor optar por una barra de pestañas o movimiento horizontal.
– Cabecera:
La cabecera de cualquier app es la parte donde la marca es más visible. Diseñar una buena cabecera es imprescindible a la hora de mantener al usuario interesado en la aplicación, y, por lo tanto, en la marca.
– Modelo de secciones o pantallas:
Dependiendo del tipo de contenido que quieras mostrar, la idea es adaptar el diseño al mismo. Por ejemplo, si el contenido es en su mayoría texto, debe ilustrarse con fotos llamativas. No olvidemos que las apps buscan, ante todo, ser visualmente atractivas. Si nuestra app está formada básicamente por contenido visual, hemos de encontrar el mejor modo de organizarlo.
– Pantalla de bienvenida e icono:
El icono y pantalla de bienvenida o splash screen son el primer elemento que el usuario final verá cuando descargue la app. A la hora de crear el icono de aplicación se debe tener una visión clara de la competencia para poder destacar sobre ellos, sin perder, por supuesto, la coherencia con tu propia marca. El espacio de un icono es muy limitado, así que cuanto más sencillo y directo sea, más fácil será de distinguir.
El espacio no es un problema en la splash screen. Debe ser una imagen ordenada, agradable de ver, pues es lo que el usuario observará mientras espera a que la aplicación cargue.
En Sr. Potato creamos aplicaciones para clientes, escuchándoles y ofreciéndoles apps a medida para sus necesidades con una buena experiencia de usuario garantizada y un diseño al día con las últimas tendencias. Y si quieres conocer las últimas tendencias en diseño para este año 2018, puedes echar un vistazo a este otro post en nuestro blog.
Agradecimientos a:
https://blog.goodbarber.com/es/Los-5-mejores-consejos-para-el-diseno-de-apps-moviles_a45.html