A las patatas nos gustan los sitios fresquitos y a ser posible, sin mucha luz.
Así como hay quienes aprovechan el verano para ponerse morenos, hay quienes preferimos escaparnos del sol y el calor. ¿Quién dijo que estar moreno lo era todo?
Las patatas en su composición, contienen alrededor de un 80% de agua por lo que es importante almacenarlas en lugares frescos y con algo de humedad. Es necesario evitar que se acumule calor y evitar que se formen condensaciones ya que permiten que se reproduzcan organismos que producen efectos dañinos a la patata, como hongos y bacterias.
Cuando las patatas son expuestas a la luz se puede formar la solanina, un alcaloide amargo y tóxico que la patata utiliza como pesticida y fungicida para protegerse. Este puede ser dañino para el hombre al punto de resultar letal. La solanina se produce de manera paralela a la clorofila, por lo que es importante no comer las zonas verdes de la patata.
Algunas variedades de patatas contienen ciertos pigmentos. Uno de ellos es el llamado antoxantina que reacciona con el hierro de los utensilios de cocina. Por eso, para evitar que las patatas lleguen a ponerse negras, es necesario el uso de utensilios inoxidables.
Una posible solución casera, sería almacenar las patatas dentro de una bolsa plástica, a ser posible de color oscuro, así estaríamos bloqueando la entrada de luz. Para facilitar la ventilación y evitar la condensación es importante que la bolsa esté agujereada. Una alternativa a la bolsa plástica, sería utilizar una bolsa de papel.