Los famosos límites del humor nos traen de cabeza últimamente. Un debate que no es nuevo pero que, como siempre, se ha amplificado gracias al altavoz de las Redes Sociales, especialmente de Twitter. Estén o no delimitados, siempre existen unos límites, unas líneas rojas que la mayoría de la población no tolera que se sobrepasen. Incluso los que consideran que no debería haber límite están constatando lo contrario estos días. La frontera es difusa, y va mutando con el tiempo, algo que por otra parte es el componente clave de toda broma. El debate es tal que ya se ha llegado a legislar en base a los contenidos de esta red social. Algo que no hubiéramos podido ni imaginar hará unos años con el nacimiento de la herramienta.
En el pasado estos hechos se consideraban meramente anecdóticos, sobre todo porque no quedaba un registro escrito, un histórico comprobable por los amantes de la hemeroteca. Políticos, cineastas, personajes públicos o incluso el CM habitual de la Policía (Carlos, @policia) han caído en la trampa, han subestimado la viralidad del pajarito azul, y han experimentado las consecuencias de sus tuits ya sea para bien o para mal.
Este es el poder de Twitter, en particular, y de las Redes Sociales en general. Ahora unos pequeños ejemplos ilustrativos de lo que comentamos… ¡Y mucho cuidado con lo que publicas! Puedes convertirte en héroe o villano de la noche a la mañana…
El cineasta Nacho Vigalondo, una de las primeras víctimas (fue despedido de El País por unos comentarios sobre el Holocausto), pontifica sobre el tema:
Algunas joyas de Carlos, para proteger y servir:
Así que recordad, en la red al menos, el humor tiene unos límites.