Medicina postvacacional: el buen cine lo cura todo

¡Feliz jueves post Reyes Magos, lectores potateros!

Siguiendo la tradición, hoy me gustaría recomendaros muy encarecidamente el reciente y taquillero estreno de “Palmeras en la Nieve” de Fernando González Molina. Después de tantas vacaciones y fiesta os merecéis algo que os haga volver a la realidad de la mejor manera posible.

Sé que el pensamiento inicial podría parecerse a: “¡Bah, que pereza de pastelón!” o quizás “¡Buh, encima con banda sonora de Pablo Alborán, pastelón total!”. Si he acertado, dejadme deciros que hacía tiempo que no disfrutaba tanto de una película en todos los sentidos posibles. Os animo a verla y a disfrutarla tanto como yo lo he hecho. Si soy sincera, mis expectativas antes de verla no eran muy buenas, y si soy más sincera aún podría decirse que eran inexistentes. Nunca he sido demasiado fan del cine español (Y con esto no quiero meter a todo el cine español en el mismo saco. Ante todo quiero dejar claro que también se han realizado obras maestras). Personalmente creo que hoy en día hay cierta tendencia a endiosar a determinados personajes del panorama cinematográfico español injustificadamente y en muchos casos a mi juicio no suelen dar la talla.

Parece que una película no es buena si el guion no está empañado de cosas retorcidas, macabras o pervertidas. Parece que las historias sencillas y normales de la vida no son dignas de reconocimientos, premios o aplausos. Todas las historias tienen que ser escabrosas y morbosas. Nada puede ser suficientemente bueno si no es simplemente, normal. Personalmente cada vez me fio menos de las películas que se premian y alaban del cine español. Es más, me atrevo a decir que para mí, si este año“Palmeras en la Nieve” no fuese premiada o reconocida por las altas esferas que juzgan el cine de nuestro país, estaría conforme, porque una vez más ratificaría mi pensamiento de que se dejan influir normalmente por cosas que no deberían. Ahí lo dejo.

Pero como ya he dicho hoy, ¡escribo contenta orgullosa del cine de mi país! El reparto es espectacular e inmejorable. Mario Casas, que siempre había sido objeto de mis críticas, literalmente me ha dejado sin palabras, al igual que el resto del reparto. La música, la ambientación y los escenarios embriagados del exotismo colonial de la época, la fotografía, la luz, el vestuario, los efectos especiales… todo esta cuidado al detalle para trasladarte a aquella época y lugar. Aunque la duración de la película es extensa (3 horas aprox.) el dinamismo y acción de la trama consiguen que apenas se perciba, consigue desenmarañar la historia para terminar con un final redondo.

Así que ya sabéis, si enero pesa y volver a la realidad se hace más duro de lo normal, ¡una sesión de buen cine siempre carga las pilas a cualquiera! ¡Mucho ánimo potateros y para arriba!

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